Solo 39 años, autora de ¿Te va a sustituir un algoritmo?, curtida en asesorar a instituciones como Presidencia del Gobierno, el Congreso de los Diputados o la Comisión Europea, entre otras. Es una referencia en el hinterland compartido por economía, tecnología y corazón para que la gran transformación proteja las democracias. “Debemos preocuparnos de que se cumplan las promesas de bienestar y progreso que están detrás del contrato social”. LUCÍA VELASCO DIRECTORA DEL OBSERVATORIO DE TECNOLOGÍA Y SOCIEDAD (ESPAÑA) “Las infraestructuras pueden ser un enorme multiplicador económico” Europa ha puesto en la digitalización unas esperanzas nunca vistas en su historia económica… Para progresar es necesaria la ambición y la tecnología tiene un potencial que ni siquiera somos capaces de imaginar. Es muy im-portante alinear esfuerzos. Debemos con-verger en la misma dirección para ser más fuertes, que es lo que principalmente está haciendo la Comisión Europea con el itine-rario hacia la Década Digital para 2030. Fija una serie de objetivos digitales concretos, pero también garantiza una digitalización verde, que ponga a las personas en el cen-tro y respete los valores europeos. El opti-mismo nunca sobra y en estos momentos es más necesario que nunca. ¿Existe una relación directa entre digitalización empresarial y mejores resultados? La diferenciación competitiva surge de las capacidades digitales y del uso avanzado de la tecnología porque, entre otras muchas cosas, te permite llegar mejor a tus clientes, hacerlo de manera más rápida y personali-zada. El riesgo está en no saber priorizar las iniciativas digitales dentro de la compañía y no medir su retorno. ¿Las infraestructuras más digitalizadas y sostenibles serán más caras? Precisamente la innovación debe ayudar-nos a encontrar nuevos materiales y la tecnología a lograr un uso más eficiente de ellos. El precio de las materias suele venir condicionado más por otros factores, de carácter geopolítico, que por su escasez. ¿Son esenciales para reiniciar la economía? Las infraestructuras pueden ser un enor-me multiplicador económico que no solo crea riqueza local y puestos de trabajo, sino que sigue proporcionando dividendos a la economía mucho después de que se haya terminado el proyecto inicial. Pero además son clave para el crecimiento, sean infraes-tructuras físicas como el transporte, los puertos, las carreteras, o infraestructuras digitales. El problema es que hay poca inno-vación en este espacio y a menudo esca-sea la financiación. Hace un par de años, el Foro Económico Mundial estimó una brecha de más de 15.000 millones de dólares entre la inversión prevista y la cantidad necesaria para proporcionar una infraestructura glo-bal adecuada en 2040. ¿Cómo evitar que algunos sectores de la población se queden atrás? La transición digital conlleva la transforma-ción de muchas tareas y de algunas pro-fesiones, pero eso no implica que las per-sonas no vayan a encontrar alternativas. Es erróneo pensar que vamos a crear una economía de ingenieros donde el resto no tenga cabida. Probablemente harán falta más ingenieros, y sobre todo más ingenie-ras, pero también más personas que cui-den a otras personas o que las asesoren en muchas de sus decisiones diarias. Tenemos que conseguir que todos tengan su lugar en esta sociedad. El filósofo alemán Peter Sloterdijk piensa que “vienen tiempos duros para quienes viven la vida moderna”… También dice que la ira surge allí donde se impone la decepción. Y la decepción au-menta cuando las promesas no se cum-plen. Por eso debemos preocuparnos de que se cumplen las promesas de progreso y bienestar que están detrás del contrato social. La democracia necesita optimismo para mantenerse y confianza en que los tiempos los creamos nosotros. Incluso el tiempo extremo provocado por el cambio climático. © Samuel Sánchez