DIGITALIZACIÓN zar fábricas se trata de industrializar en sectores sofisticados como la sostenibilidad, el digital y la salud. Ve posibilidades en energías renovables, hidrógeno y movilidad eléctrica, en microelectrónica y biomedicina, ciberseguridad y com-putación cuántica. Y en IA, uno de los frentes tecnológicos donde el desarrollo europeo ya puede rivalizar con EE. UU. La necesidad creciente, inexorable, de desarrollo sos-tenible es parte de esa oportunidad. Porque sin tecnolo-gía con propósito humano no se alcanzarán sus objetivos. Porque los países que lideren su I+D+i podrán exportarla cuando un mundo más golpeado por el clima la demande —con legislaciones más estrictas y vinculantes—. Y por-que antes permitiría a Europa recuperar parte de su auto-nomía geopolítica a medida que renovables, hidrógeno, combustibles alternativos, electrificación y almacena-miento maduren y sustituyan la era del petróleo. mentalidad stem “Tenemos que ser más adaptativos, flexibles y resilien-tes”, señala Beivide. Por eso la otra gran palanca de la digitalización a la europea sería la transformación cultural previa. La transformación digital, su propósito, su norte, su resultado, suceden primero en la mente. Y en el cora-zón. Y en el futuro. Y en las escuelas. Ese factor humano siempre es crítico, pero con mucho más motivo si se trata de encauzar la tecnología hacia su vertiente más social. Invertir en ese capital humano —responsable del 70% de la riqueza en países de ingresos altos, según The World Bank— implica para Beivide fundar una educación que despierte primero el interés y después la pasión por las disciplinas STEM en los niños. Serán los profesionales que conducirán el cambio en lugar de ser arrastrados por él. Tanto la geometría como el horizonte de las ciuda-