(un 40% de dependencia del gas ruso, y en algunos países el 100%), además de semiconductores, mate-rias primas, tecnologías médicas o simples mascarillas. Siempre con temor a la estrangulación del suministro. Sin una precisa reindustrialización basada en la trans-formación digital, no sería posible recuperar esa sobe-ranía político-económica ni desarrollar músculo frente a los grandes púgiles. personalidad competitiva La estrategia es invertir 300.000 millones de euros has-ta 2027 para competir con la Ruta de la Seda del siglo XXI, la política de Beijing que extiende su influencia con inversiones en más de 70 países, incluida Europa del Este, para construir vías férreas y puertos que les conecten con China. Decenas de naciones contraen enormes deudas con el coloso. “Esa ruta es sobre todo el resultado de los benefi-cios de comerciar con Occidente, China tiene un superávit de 540.000 millones de euros”, observa Jonathan Holslag, profesor de la Universidad Libre de Bruselas. ¿Cómo puede competir Europa? Convirtiendo su per-sonalidad en oportunidad y su tradición humanista en un factor competitivo. Para Alejandro Beivide, direc-tor de Transformación Digital de Infraestructuras de ACCIONA, “EE. UU. y China son grandes tecnólogos, su fin es desarrollar tecnología. Europa debería acelerar su propio desarrollo, desde luego, pero también diferenciar-se, destacar en su finalidad: la sostenibilidad y el bienes-tar humano. En Europa se ve más como un habilitador. Somos hábiles en sacarle partido social y apoyar el entor-no emprendedor y los ecosistemas innovadores”. Para el catedrático de economía aplicada Rafael Myro, experto en competitividad industrial, más que de relocali- DIGITALIZACIÓN