Miguel de França Doria director del Programa Hidrológico Intergubernamental para América Latina y el Caribe de la Unesco. “Lo primero es reconocer el valor del agua y aprender de ella” DOCTOR EN CIENCIAS AMBIENTALES E HIDRÓLOGO, TRABAJA EN UNA REGIÓN CON ALGUNAS DE LAS MAYORES RESERVAS HÍDRICAS DEL MUNDO, PERO CON UNA CUARTA PARTE DE SU POBLACIÓN SEDIENTA. UNA PARADOJA PERFECTA PARA ABORDAR el desafío DEL ACCESO Y LA ESCASEZ. ¿Por qué se da esa paradoja? El agua no está distribuida de forma homogénea, ni geográfica ni temporalmente. Hay sequías e inundaciones agudizadas por los efectos del calentamiento global, sumadas a los cambios en el uso del suelo, el crecimiento de las ciudades, la deforestación, la contaminación o el aumento de la población. Cada vez somos más y demandamos más agua. ¿Y cómo enfrentar este problema? La mera existencia física y química de agua no es suficiente para garantizar su acceso. Se requieren otras condiciones como las capacidades humanas para gestionarla, también las institucio-nales que aseguren su gobernanza de manera adecuada, ade-más de infraestructuras para almacenarla, tratarla o distribuirla. Necesitamos instrumentos financieros que garanticen un acceso equitativo y sostenible, marcos normativos y legales que lo per-mitan, conocimiento, innovación, datos, cooperación intersecto-rial y entre países. Necesitamos, en definitiva, un cambio cultural. ¿Por dónde empezar ese cambio? Lo primero es reconocer el valor del agua y aprender sobre ella, lo que se traduce en investigación y conocimiento. La parte insti-tucional es muy importante: necesitamos instituciones fuertes, a nivel local, nacional e internacional, que permitan orquestar y brindar una continuidad a todos estos elementos. ¿Cómo adaptarnos al cambio climático para la seguridad hídrica? Hay que reducir la demanda. El problema no es usar el agua, sino hacerlo mal, de manera no sostenible. Debemos aumentar la efi-ciencia hídrica, hacer lo mismo o incluso más con menos. Tene-mos ejemplos de que es posible: el consumo de agua para lavar ropa en el hogar se ha reducido como en cuatro o cinco veces. Hay que conseguirlo en el sector industrial y en la agricultura. La otra gran línea de actuación es el aumento de la oferta, con as-pectos importantes como aprovechar las aguas subterráneas o las infraestructuras verdes. Hemos de recuperar sistemas an-cestrales de riego y gestión, y combinarlos con tecnologías inno-vadoras, de la cuarta revolución industrial. Sin olvidarnos de pro-teger la calidad ambiental de las cuencas, que son ecosistemas muy vulnerables. Las infraestructuras, por su parte, deberán ser más resilientes. El cambio climático tiene un impacto muy fuerte en las aguas superficiales, en los acuíferos y las infraestructuras, que deben soportar el impacto de los huracanes o evitar que el mar penetre durante una tempestad. Usted defiende la desalación como una posibilidad interesante... Sí, lo es. Hay muchas naciones que recurren a ella, Cabo Verde por ejemplo. Figura entre los diez países con menos agua per cá-pita del mundo, pero apuesta por la desalación, suma capacida-des humanas, coopera con otros países y crea un marco norma-tivo adecuado para garantizar el acceso al agua de su población. Se anuncian guerras, migraciones y tensiones geopolíticas por la escasez. ¿Cómo de optimista, o pesimista, ve el futuro? Lo mío es un optimismo realista. Todos los días vemos nuevos desafíos, es cierto, pero también gente buscando soluciones. Te-nemos que empoderar a todas esas personas. © UNESCO