pobreza más alta”, apunta Olivares. En 2012, el modelo comen- zó a replicarse en otras geografías. En 2018, se amplió para ser- vicios de agua potable, saneamiento y cocinado. Hoy, acciona. org cuenta con iniciativas de acceso a servicios básicos, siempre con el objetivo de perdurar, en México, Panamá, Chile, Filipinas, Etiopía y recientemente República Dominicana. Desde luego, también en Perú, donde amplía iniciativas como la instalación de una planta fotovoltaica de 106kWp que garantiza el suministro a laboratorios y otras instalaciones en un instituto de educación superior en San Juan de Marcona. Su visión, innovadora en aquel momento y aún en la actua- lidad, en lugar de realizar intervenciones puntuales, parte del contacto respetuoso con las comunidades para recibir tanto su aprobación como su compromiso a largo plazo. “No somos asistencialistas —aclara Olivares—, los usuarios pagan una cuota siempre menor que lo gastado en medios energéticos alternati- vos [generadores, quinqués, pilas, velas…]. El ahorro puede lle- gar al 40 o 50%”. De hecho, acciona.org estudia las condiciones socio-económicas previas y se asegura de que la cuota es ase- quible para la economía de cada familia. cultura del servicio “Explicamos a las comunidades cómo funciona —continúa Olivares—, las ventajas del largo plazo y la cultura del pago, que suele ser nueva porque en sus entornos no han recibido antes un servicio así. Ven que una cuota les da derecho a exigir calidad y continuidad”. “Por otro lado —tercia Cristina Ruiz, gerente de acciona.org a nivel global— la regulación peruana de tarifas para la provisión de energía en el ámbito rural sigue siendo un ejem- plo. La hace accesible a los más vulnerables y es una palanca para cerrar esa brecha”. La permanencia implica actualización: la Fundación ha ido incorporando las últimas tecnologías probadas de sistemas foto- voltaicos domiciliarios, como los de tercera generación más efi- cientes y con aplicación de prepago. También nuevas soluciones como microrredes fotovoltaicas para las poblaciones más con- centradas. La eficiencia es clave porque equivale a impacto positivo y, por tanto, al objetivo de mejorar las condiciones de vida a partir de la especialidad de la compañía. Un suministro fiable y cons- tante de electricidad, mejor calidad de iluminación nocturna, acceso a agua potable y a saneamiento… La comunidad que siempre ha carecido de estos servicios los vive como un cambio cualitativo. Que para mantenerlos aporte sus propios recursos implica compromiso, dignidad. No son un regalo condescen- diente, sino un desarrollo que eligen y cuidan. Los usuarios pueden prolongar sus actividades durante la noche, estudiar más en mejores condiciones, trabajar en el pequeño negocio familiar, alargar la sobremesa sin pensar en racionar el consumo. Dejan de respirar los vapores de los can- diles, que a la larga pueden producir enfermedades. Viven más tranquilos sabiendo que las lámparas eléctricas no van a provo- car un incendio. Olivares menciona el caso de una anciana que usaba velas y siempre se iba a la cama con ese miedo. “El inte- rruptor le ha cambiado el sueño y la vida”. Cargan móviles y tabletas o instalan pequeños electrodo- mésticos. El tiempo y el dinero que gastaban en medios energé- ticos más costosos los pueden reinvertir en otras necesidades. “Algunas personas nos dicen que compran más víveres y útiles escolares, mercaderías y otros elementos para sus negocios, o tienen abierta más tiempo una tiendita gracias a la iluminación”, añade Olivares. economía local Contar con energía fiable y asequible anima la economía. Por ejemplo, los centros Luz en Casa, que acciona.org promueve entre la población, facilitan atención de cercanía en el servicio. También fomenta el emprendimiento en los hogares: una activi- dad de artesanía, la apertura de una bodeguita, o servicios aña- didos a sus negocios. Como doña Carmen y don Romelio, que instalaron en el suyo una nevera y una TV. Juntos, todos estos pequeños gestos explican por qué 16 años después sigue vivo. Desde aquella demostración en diez vivien- das de Cajamarca, Luz en Casa ya beneficia a más de 155.000 personas en unos 32.600 hogares, pequeños negocios y centros comunitarios entre todos los países. “En cada geografía desarro- llamos un modelo específico, ajustado a la realidad y las nece- sidades locales, pero siempre con los mismos principios: que el servicio resulte asequible y sostenible en el largo plazo”, explica Cristina Ruiz. “En ocasiones, hemos tenido que romper barreras y estereo- tipos para situar a los beneficiarios como personas con derechos de acceso a los servicios básicos, y sus responsabilidades aso- ciadas. Empoderarles como consumidores sin que su situación socioeconómica les limite para acceder a un servicio de calidad”, añade Ruiz. “La electricidad, el agua y el saneamiento son palan- cas para el desarrollo humano, van más allá del servicio en sí”. “Son incontables las historias humanas —completa Olivares—. Lo importante es el aprendizaje, la empatía, el conocimiento y el respeto por las costumbres y culturas. Hemos marcado hitos en Perú, pero nos sabe a poco cuando queda tanto por hacer. A eso vamos”. BALANCE Y RECONOCIMIENTOS BALANCE Y RECONOCIMIENTOS •Más de 161.000 personas han sido atendidas por acciona.org con servicios de electricidad, agua potable, saneamiento y cocinado. • Las soluciones de electricidad evitan hasta 9.017 toneladas anuales de CO2 y el vertido incontrolado de casi 50 toneladas de pilas. • Facilitan 53,34 millones de horas de iluminación de calidad. • 58.855 estudiantes dedican 3,3 millones de horas adicionales a realizar tareas escolares. • Algunos premios recientes a acciona.org: Excelencia Energética de OLADE en la categoría de Energías Renovables por su primera microrred en Perú. Innovación social de la Asociación Española de Fundaciones por su herramienta REact. Desafío en innovación, de la OIT, por el modelo de suministro eléctrico desarrollado en Panamá.