Esteve Almirallprofesor del departamento de Operaciones, Innovación y Data Sciences de la escuela de negocios Esade “Viene otro mundo muy distinto que hay que construir” Dos décadas de experiencia en cargos ejecutivos vinculados a los sistemas de información, organización y marketing, fundador de startups, profesor de Esade, consultor del banco mundial, consejero de la European Network of Living Labs y miembro del Open Innovation Policy and Strategy Group de la Comisión Europea… Autoridad en innovación, en definitiva. Esteve Almirall destaca el impulso ascendente del desarrollo gracias a las nuevas tecnologías. ¿Qué pasará ahora que estamos inmersos en la revolución digital? Algunas innovaciones son incrementales, pero muchas otras crean disrupciones: internet, el teléfono inteligente, ahora la IA. Y seguro que viviremos otras más. Ante la disrupción de una tec-nología muy genérica, solo hay dos tipos de organizaciones: las que la adoptan y las que están muertas. No hay nada en medio. Hoy, o tienes internet o no vives en el mundo. ¿Por qué es importante la innovación digital en infraestructuras? En obras públicas hemos tenido mucha innovación incremental, no hay que desdeñarla. En 15 años, los paneles solares han me-jorado su eficiencia entre un 5% y un 10%, y eso es muy impor-tante. Pero aparecen la IA, la computación cuántica, los gemelos digitales, la impresión 3D, y resulta que se pueden hacer moto-res de cohete impresos con metal en 3D. El diseño asistido por modelos extensos de lenguaje va a suponer una revolución que no habíamos visto en una década, y va a acelerar los cambios. Y no solo motores de cohetes… No sabría decir ni puedo evaluar cuánto va a cambiar la ingenie-ría con la computación cuántica. Pero, en teoría, parece fácil pa-sar del diseño de un motor al de un puente. La manera de entre-nar el modelo sería diferente, pero probablemente veamos ese traslado. ¿La disrupción como río revuelto? La disrupción como oportunidad para situarse aún mejor. Si no hay disrupciones, es muy difícil ganar a los grandes, que son muy buenos en innovación incremental. Ahora hay gente ha-ciendo en Perplexity o ChatGPT lo que antes hacía en Google, que parecía una compañía invulnerable. Entonces, y por seguir con las frases hechas, no hay que dormirse en los laureles. Las disrupciones crean ganadores, pero también perdedores. No todo es creación, hay destrucción. ¿Qué puede aportar la innovación tecnológica de las ingenierías a este progreso? El sector de la energía nos va a cambiar la vida. Viviremos un mundo de energía ilimitada, a un coste muy bajo, y para ello he-mos de multiplicar por mucho nuestra capacidad de producción. Además, la próxima revolución será la movilidad, con el vehículo eléctrico y el autónomo a la cabeza. Hemos de construir las in-fraestructuras, las vías para que eso pase. No sabemos cómo serán, pero sí que serán diferentes. Viene otro mundo muy dis-tinto que hay que construir. Si no lo hacemos nosotros, desde Europa, lo harán los chinos, o los estadounidenses, con su propia mentalidad y valores. ¿A qué se refiere? Somos buenos en investigación, pero malos en innovación, y eso es un problema. La investigación que se hace en Europa es pública. La recogen, desde hace décadas, los sistemas de inno-vación de EE. UU. y China, y la transforman en productos que luego consumimos. Si queremos un producto con nuestras ca-racterísticas y valores sociales, tendríamos que construirlo en nuestro propio entorno cultural. ¿Por eso pide apoyos para que las grandes ingenierías españolas innoven y compitan globalmente? Los retos en movilidad, infraestructuras o energía son enormes. Hay obras que requieren tamaños empresariales grandes. Si no, vendrán otras grandes. © Miquel Coll